A pie de vía mis amigos comen y yo remoloneo. Echo el "pis del pánico" pero lo de quitarme la camiseta se cae a última hora del ritual. Hace fresco. Los excursionistas gritones ya han abandonado el barranco. Ahora sí se respira soledad. Chapo la segunda como un autómata y me bajo. Empiezo a escalar.
Al principio, precisa y concentrada (en las manos) como un cirujano ... con zapatos de payaso!! El primer apretón lo siento incómodo; no estoy poniendo los pies como debería, intento relajarme al darme cuenta y chapo forzada. No me puedo dar un aire en los hombrillos como de costumbre así que voy hacia el monodedo. Noto las regletas algo más hostiles que de costumbre, así que me muevo muy despacio para no cagarla. No pares. Cojo la ñapa y con los pies dudosos pero apagando el interruptor de las dudas voy a por la regleta de antes del cazo. Ay dios, vaya tacto. No me gusta pero recuerdo que si muevo los pies mientras reposo, puedo recuperar. Necesito bajar pulsaciones. R. me lo recuerda, me lee el pensamiento. Me concentro en bajar los frenéticos latidos y pienso en la siguiente ejecución de movimientos. Chapo muy rápido. Veo que voy muy cansada así que tiro de ñapa y me lanzo al temido paso en travesía controlando mi centro de gravedad. Usando la regleta intermedia y con los pies como tengo pensado llego seguro! Así que elimino dudas y le enseño a mi mente de lo que mi cuerpo es capaz. Con un gritillo algo empaquetado agarro el regletón. Ahora se pone seria la cosa, nunca había llegado hasta aquí. Fin de la primera parte. R. me había dicho "si haces la primera parte, encadenas". Pues nada, ya la he hecho. Miro hacia arriba los 30m que me quedan. Miro pie izquierdo sobre un barrizal. Bien. Cambio manos para reposar mejor. Me noto descansada, así que pienso en lo siguiente. Pero no mucho porque me altero. Queda el otro maldito apretón. Manos como siempre, y los pies, no comment. Me lío pero siento que no hay opción. Esto es lo que hay, y llego como un caracol a donde tengo que llegar, derrochando energía. Pero llego. Chapo. Se me dispara el nivel de activación, me pongo nerviosa y dejo de pensar con claridad. Gasto energía en los siguientes movimientos. Me doy cuenta, así que respiro un rato antes de lanzarme al siguiente apretón en travesía.
(...)
La lucha se prolonga unos cuantos párrafos más. Poco antes del final, una bandada de chovas pasa graznando y pienso en el tipo de augurio que podría ser. Elijo uno bueno. Al meter la mano en el antepenúltimo agarre se me escapa un tímido "sí" que no entiendo muy bien de dónde viene ni lo que quiere decir. Supongo que procede del interior al que me he podido asomar un poco durante el enigmático agujerillo que se ha abierto durante el camino. Me quedo pensando en ello unos segundos colgada en soledad de la cadena sobre el barranco. Mientras, el agujerillo se va cerrando al ritmo de la puesta de sol...
Los límites los pone tu mente. No se lo permitas. |
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